¿Estilo de vida o indiferencia concientizada?

Estilo de vida o indiferencia concientizada. El término desensibilización es muy regular entre aquellas personas que conocen las prácticas de adiestramiento y entrenamiento animal, o bien, entre aquellas que han investigado acerca de técnicas ampliamente utilizadas en la psicoterapia, muy útil para tratar fobias y trastornos de ansiedad. Desde hace algún tiempo según parece, también podría ser utilizada para hablar acerca de nuestra actitud como especie ante los grandes problemas ambientales, en su mayoría provocados por nosotros mismos.

Desde hace algunas décadas…

Nuestro estilo de vida ha provocado que los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera aumenten, provocando así que la temperatura del planeta incremente de igual forma, trayendo consigo grandes problemas y consecuencias como el derretimiento de los polos, por mencionar alguno. Se preguntarán ¿por qué yo, una persona normal, con una rutina normal, con actividades diarias ordinarias, tendría impacto en un proceso de millones de factores a gran escala? Pues bien, la respuesta la encontraremos exactamente en nuestras actividades a «pequeña escala».

¿No saben aún a qué me refiero?

Revisar la eficiencia energética de nuestros electrodomésticos, investigar acerca del proceso de reciclaje de nuestras comunidades y ponerlo en práctica, optimizar y simplificar nuestro sistema de compras básicas y cerrar la llave cuando no necesitemos el flujo del agua. Estas y muchas acciones «pequeñas» y realizables de manera diaria marcan una gran diferencia cuando se incluyen dentro de nuestra rutina – doblemente efectiva cuando involucramos a nuestra familia. Lo que sucede es que durante años la especie humana ha mirado hacia otro lugar ignorando su propio desastre.

Nuestra sed de consumo, la necesidad de utilizar y almacenar la mayor cantidad de recursos, el egoísmo y la ambición personal es la principal causa de esta indiferencia. La misma que es a conciencia, generalizada, llevada a cabo en masa, estampidas enteras de individuos moviéndose en la misma dirección pero con objetivos distintos, extraviados en la marea de la globalización a toda costa e ignorantes ante una filosofía del yo antes y por encima del colectivo.

Hemos escuchado suficientes veces frases tales como «si no lo hace el vecino yo tampoco debería hacerlo», «que reciclen los que tienen tiempo, muy ocupado estoy ya con mi trabajo»; inclusive he llegado a escuchar frases tan peligrosas como «si cortan todos los árboles del bosque, se acaban los problemas por incendios». Son este tipo de pensamientos y acciones, muchas veces arrastradas por las corrientes del individualismo, los que nos llevan a errar y los que nos han llevado hasta este punto de casi no retorno.

¿La culpa?

Y por supuesto, es tan sencillo pensar que toda la culpa es de las grandes corporaciones, que la época en que nos tocó nacer y vivir no nos permite salirnos del sistema y que el consumismo es algo contra lo que es imposible luchar; sí, muy sencillo. Pero la verdadera solución está en el interior, aunque parezca cliché. Está en el interior de nuestros hogares cuando comenzamos a reciclar en familia involucrando a nuestros niños desde muy temprano y a los adultos cuando nunca es tarde. We the planet.

Educándonos sobre todo para reducir la media de 1kg personal de basura diaria, para cuidar el recurso hídrico verdaderamente, para adquirir bienes y servicios de manera inteligente y responsable, para desechar la colilla de cigarro de manera óptima. La educación es la mejor y única arma que tenemos ante el gran enemigo, porque, al final de cuentas, la humanidad es la única especie que tiene el potencial para destruirse a sí misma. Sí, debemos sensibilizarnos, debemos agotar cada esfuerzo en que el planeta siga vivo desde el interior de cada individuo aportando hacia el colectivo, no es mañana cuando se haya terminado el partido de fútbol, no es cuando mi vecino o la calle entera lo haga, es hoy, es ya cuando, irónicamente, aún nos queda tiempo.

Estilo de vida o indiferencia concientizada

La madre tierra nos sigue dando tiempo y nosotros, inmersos en nuestra necedad, le seguimos dando la espalda. La desensibilización e indiferencia no es más que una actitud sistémica y mecánica, una larga cadena de procesos, la mayoría de veces heredados y en evolución constante, que podemos romper con un pequeño esfuerzo y una gigantesca voluntad, pues al final del día no son los bienes y lujos que poseamos lo que define al ser humano, sino aquellas acciones que demuestran nuestro valor y espíritu de lucha, aquellas que aún podrían mantenernos con la suficiente dignidad para llamarnos habitantes por derecho del Planeta Tierra.

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